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Los primeros pobladores de las Sierras Centrales de Argentina (página 2)




Enviado por Diego Rivero



Partes: 1, 2

El
sitio y su contexto.

El Alto 3 se localiza en el sector nororiental de la
Pampa de Achala (Figura 1), en las Sierras Grandes
Córdoba, a 1650 m s.n.m. Consiste en un alero que se abre
en un frente granítico ubicado en las cotas superiores de
la cabecera de una quebrada. Se trata de uno de los aleros de
mayores dimensiones en el área: su boca tiene un largo de
23 m, su profundidad media es de 5 m y la altura del techo es
superior a los 2 m, en tanto que el frente del abrigo está
expuesto hacia el sur (Foto 1, Figura 2).

Excavados en la roca que conforma el piso del interior
se localizaron 24 instrumentos de molienda (morteros y molinos
planos o conanas), mientras que otros 39 morteros se agrupan en
el exterior, sobre una roca plana ubicada a unos 15 m de la
abertura.

El sitio se localiza en un ambiente
frío y agreste, con abundantes afloramientos rocosos y
vegetación de pastos y gramíneas,
los que constituyeron un excelente forraje natural para la
fauna silvestre
que ocupó el área, como Lama guanicoe
(guanaco) y Ozotoceros bezoarticus (venado de las pampas)
(Cabido 2003).

Figura 1. Localización del
sitio El Alto 3.

               
Foto 1. Vista del sitio El Alto 3 (Pampa de
Achala).

Figura 2. Plano de El Alto
3.

Trabajos de excavación
realizados.

Al momento  de su localización, el piso del
alero estaba conformado, en más de un 90%, por la roca
base, en tanto que los sedimentos existentes tenían una
escasa potencia. Fuera
del alero se ubica una explanada que fue erosionada por una
cárcava, dejando al descubierto un perfil en lo que antes
debió ser un espacio ocupacional exterior.

 El examen de este perfil permitió
identificar materiales
arqueológicos en sucesión estratigráfica
hasta alcanzar una profundidad de 140 cm, distinguiéndose
cinco unidades sedimentológicas.

 A partir de esta evidencia se planificaron y
desarrollaron los trabajos de excavación en la explanada
exterior y en el sector interior, que implicaron la apertura de
cuatro cuadrículas de 1m por 1 m en el exterior y dos
cuadrículas de 1m por 1 m en el interior (Figura
2).

 Debido a las condiciones de extrema acidez de los
sedimentos, no se recuperaron restos óseos en ninguno de
los estratos y toda la evidencia material se compone de
instrumentos y desechos líticos. Las clasificaciones
tipológicas de artefactos líticos se hicieron
siguiendo las propuestas de Aschero (1975, 1983), con
modificaciones

Componentes arqueológicos. Descripción de los materiales
recuperados.

A partir de los materiales obtenidos y de las unidades
sedimentológicas identificadas, se definieron cuatro
Componentes arqueológicos superpuestos
estratigráficamente, en la explanada exterior del abrigo.
Los tres inferiores poseían evidencias
asignables a grupos
cazadores-recolectores y el más superficial a comunidades
agroalfareras (Figura 3).

                    

Figura 3. Estratigrafía del
sitio El Alto 3.

La información obtenida en los Componentes
más antiguos, es la siguiente:

Componente 1A:

Se desarrolla en la Unidad Sedimentaria N°4. Los
desechos de talla e instrumentos líticos constituyen la
totalidad del registro
arqueológico recuperado. Los primeros son escasos (N=306),
correspondiendo en su mayoría a lascas internas de
tamaños pequeños y muy pequeños de cuarzo
(una materia prima
ampliamente disponible en la región), una lasca de
adelgazamiento bifacial de brecha, cuatro núcleos de
cuarzo, y una punta burilante de ópalo. En este conjunto
no se obtuvieron puntas de proyectil.

La punta burilante (Foto 2) constituye el único
instrumento obtenido en este Componente. Se encuentra
manufacturado en ópalo, una roca cuyas fuentes
más próximas se encuentran a más de 100 km
hacia el Norte del sitio, aunque por sus características
macroscópicas –diferentes a las conocidas para la
región- puede tener un origen extraserrano.

Este Componente se dató mediante dos fechados
radiocarbónicos realizados sobre muestras de carbón
asociadas al material arqueológico. Las fechas obtenidas
fueron 9790 ± 80 años
AP (LP-1420) y 11.010
± 80 años AP (LP-1506) (Rivero y
Roldán 2005). Estas dataciones constituyen las de mayor
antigüedad, hasta el momento, para la región de las
sierras de Córdoba, y permiten comenzar a plantear
problemáticas referidas al proceso de
ocupación humana inicial de estos espacios durante la
transición Pleistoceno-Holoceno.

Foto 2. Punta burilante recuperada en
el C1A.

Componente 1B:

Se desarrolla en la Unidad Sedimentaria N°3. Se
obtuvieron 3845 desechos de talla, el 99% de los cuales son de
cuarzo mientras el 1% restante se reparte entre materias primas
locales2 como ortocuarcita y no locales como
calcedonia, ópalo y brecha. El tamaño dominante
entre los desechos es el pequeño y muy pequeño. La
mayor parte de las lascas son internas, identificándose la
presencia de lascas de adelgazamiento bifacial.

Asimismo, se recuperaron 68 artefactos formatizados y 83
núcleos, en su mayoría de cuarzo. Una
característica distintiva de este componente es la
presencia de puntas de proyectil apedunculadas de limbo
lanceolado y con pedúnculo destacado y hombros. Algunas
fueron confeccionadas en  materiales no disponibles
localmente y constituyen los únicos artefactos de materias
primas no locales.

Se obtuvieron diez puntas de proyectil de morfología
lanceolada, tres de ellas con pedúnculo destacado y
hombros (Fotos 3 a 9).
Todas las puntas han sido obtenidas mediante técnicas
de adelgazamiento bifacial, con los bordes regularizados por
retoques y microrretoques por presión.
Seis puntas fueron confeccionadas en cuarzo, dos en ópalo,
una en calcedonia y una en pórfiro. Finalmente, un
ápice confeccionado en cuarzo posee características
que permiten considerarlo como perteneciente a una punta de
proyectil lanceolada.

Foto 3. Punta de proyectil lanceolada
confeccionada en cuarzo.

Foto 4. Punta de proyectil de limbo
lanceolado con pedúnculo destacado, confeccionada sobre
ópalo (presenta evidencias de reactivación en el
filo activo).

Foto 5. Punta de proyectil lanceolada
confeccionada en cuarzo.

 

Foto 6. Punta de proyectil lanceolada
confeccionada en cuarzo.

   

Foto 7. Punta de proyectil de limbo
lanceolado con pedúnculo destacado, confeccionada en
cuarzo.

Foto 8. Punta de proyectil de limbo
lanceolado con pedúnculo destacado, confeccionada sobre
calcedonia (presenta evidencias de reactivación en el filo
activo).

Foto 9. Base de preforma de punta de
proyectil lanceolada confeccionada en cuarzo.

La mayor parte de los restantes instrumentos se
formatizaron mediante retoque marginal (raspadores, puntas entre
muescas, cuchillos), algunos muy elaborados como las raederas
dobles convergentes (Fotos 10 y 11). Asimismo, se encuentran
presentes varios artefactos pulidos (manos, placa grabada) (Foto
12).

Foto 10. Raedera doble convergente,
confeccionada en cuarzo.

Foto 11. Cuchillo de filo
retocado.

Foto 12. Placa grabada confeccionada
sobre esquisto.

La muestra presenta
una alta diversidad de grupos tipológicos, donde las
puntas de proyectil, preformas y raspadores conforman los grupos
dominantes, destacándose además la presencia de
algunos instrumentos compuestos.

En este componente, debido a que no se recuperaron
muestras de carbón en cantidad suficiente para ser
fechadas mediante el método de
Carbono 14
convencional, se decidió datar unas espículas de
carbón asociadas a puntas lanceoladas mediante AMS. Esta
datación arrojó una fecha de 7108 ± 74 años AP
(AA68145)3, que resultó coherente con los
fechados realizados en los niveles inferiores de la Gruta de
Intihuasi en ca. 8000 años AP 
(González 1960), en asociación a puntas de
proyectil de morfología similar.

Exploración inicial y colonización del
espacio serrano.

 Los resultados obtenidos en los trabajos
llevados a cabo en  El Alto 3 permiten reabrir la
discusión acerca de la presencia humana en la
región durante el Pleistoceno. Esta posibilidad ya
había sido propuesta, en los inicios de la investigación arqueológica en las
sierras, en base a ciertos hallazgos que sugerían una
asociación entre especies de megafauna extinta y
artefactos o restos humanos (Ameghino 1885; Castellanos 1922,
1926; Montes 1960). Estas ideas fueron muy discutidas debido a
que las evidencias presentadas poseían debilidades,
relacionadas principalmente con la dudosa asignación
temporal de los estratos que contenían los restos y la
ambigüedad de los presuntos artefactos asociados con la
fauna pleistocénica.

Las dataciones obtenidas en el Componente 1A, que ubican
este contexto en la transición Pleistoceno-Holoceno,
confirmarían la existencia de grupos humanos en el sector
serrano desde fines del Pleistoceno. Debido a la baja densidad de los
materiales recuperados en este componente, que se
corresponderían con los de una ocupación de corta
duración, no es posible por el momento profundizar en
cuáles habrían sido sus modos de vida. Aunque es
posible pensar que no habrían diferido de aquellos que
caracterizaron el proceso de poblamiento del extremo sur de
Sudamérica (Borrero 1999), es decir que se trataría
de poblaciones con bajísimas densidades y amplios rangos
de acción.
En este sentido, la presencia de un instrumento manufacturado en
una roca de posible procedencia extraserrana apoya la idea de una
gran movilidad.

Aunque las dataciones obtenidas confirmarían la
coexistencia, en el espacio serrano, de grupos humanos y
megafauna por dos o tres milenios, no existe hasta el momento
ninguna evidencia concreta que confirme el consumo de
estas especies. Existe la posibilidad de corroborar en el futuro
la caza y/o carroñeo de fauna extinguida aunque,
según indican investigaciones
desarrolladas en varias regiones de nuestro país, el
consumo de megafauna no parece haber sido central en la dieta de
los primeros pobladores del territorio (Borrero 1999; Miotti y
Salemme 1999).

Con respecto al Componente 1B, que se ubica
temporalmente en el Holoceno Temprano, la información es
mayor y permite caracterizar la tecnología temprana.
Se destaca la diversidad instrumental y el importante porcentaje
de artefactos compuestos, lo que sumado al alto grado de mantenimiento
que evidencian varios de ellos y al uso de instrumentos
extractivos de alta inversión de energía en su manufactura
-como las puntas de proyectil lanceoladas, las bifaces o las
raederas dobles convergentes- estarían señalando
situaciones de estrés
temporal (sensu Torrence 1983). Las características
del conjunto artefactual indican un énfasis en el diseño
de instrumentos confiables (sensu Bleed 1986),
especialmente entre los artefactos extractivos.

Además, el uso de artefactos bifaciales es
adecuado para el transporte
cuando existen restricciones de alta movilidad (Parry y Kelly
1987). Desde el punto de vista de la tecnología, los
resultados apoyarían la hipótesis de poblaciones poco densas con
una alta movilidad, cuya subsistencia se basa en la
explotación de recursos de alto
retorno, como los mamíferos de gran tamaño (por ej.
Lama guanicoe).

Con respecto a esto último, aunque en el sitio no
se recuperaron restos arqueofaunísticos, la
información proveniente de las investigaciones realizadas
en la región en los niveles inferiores de la Gruta de
Intihuasi (González 1960), el Abrigo de Ongamira
(Menghín y González 1954), y el sitio Arroyo El
Gaucho 1 (Rivero 2006), ubicados temporalmente en el Holoceno
Temprano, indica la dominancia absoluta de restos de
camélidos con un menor porcentaje de cérvidos
(Ozotoceros bezoarticus), mientras que los vertebrados
pequeños se encuentran poco representados.

En resumen, las investigaciones realizadas en el sitio
El Alto 3 posibilitaron obtener evidencias correspondientes a los
primeros momentos de una extensa historia de la
ocupación humana en las Sierras de Córdoba. Esto
permite exponer algunas ideas acerca de las
características del proceso de poblamiento de la
región durante la transición Pleistoceno-Holoceno y
Holoceno Temprano.

Este proceso debe ser enmarcado dentro la
exploración y colonización del sur de
Sudamérica, que se desarrolló durante la
transición Pleistoceno-Holoceno, entre 13.000 y el 8000
años AP. Las condiciones ambientales de este
período eran muy inestables y los nuevos escenarios en los
que ingresaban los grupos humanos se caracterizaban por un alto
grado de variación impredecible, tornándolos
riesgosos (Borrero 1999, 1996). En general, el registro
arqueológico más temprano de varias regiones indica
la generalización de estrategias
adaptativas basadas en una alta movilidad y el uso no
especializado de los recursos faunísticos, que
incluía la apropiación oportunista de megafauna,
mediante la caza y/o el carroñeo (Borrero y Franco
1997).

Las evidencias arqueológicas obtenidas en El Alto
3 permiten confirmar la presencia humana en la región a
fines del Pleistoceno, aún cuando los materiales
recuperados son reducidos e imposibilitan, por el momento,
obtener mayor información sobre sus modos de vida, si
podemos suponer en base a las características de este
registro que las poblaciones locales se encontraban en una etapa
exploratoria (sensu Borrero 1999) del espacio
serrano.

La información disponible sobre el registro
arqueológico del Holoceno temprano en las Sierras
Centrales de Argentina, es mayor y se caracteriza por una
variedad de sitios, entre los que podemos mencionar El Alto 3,
Arroyo El Gaucho 1, Matadero 14, El Cóndor 2 y El Alto 5.
En estos sitios se observan evidencias de la elaboración
de bifaces y puntas lanceoladas, un instrumental diverso y con
una alta inversión de energía en su
confección, así como un uso de materias primas
líticas no locales para la manufactura de algunos de los
artefactos de mayor formatización (Rivero 2006; Rivero y
Berberián 2006).

El empleo de
estas rocas no locales
sugiere, por tanto, gran conocimiento
del paisaje y/o la existencia de redes de interacción que permiten el acceso
indirecto a estos recursos. Además, en este período
la subsistencia parece estar basada en la captura de los
principales recursos locales, como los guanacos. Por todo ello,
sería posible considerar que durante el Holoceno Temprano,
las poblaciones que ocuparon el sector serrano central de
Argentina lograron la colonización del territorio, en el
sentido definido por Borrero (1999).

Agradecimientos.

 Deseo agradecer a mi Director, Dr. Eduardo
Berberián por su apoyo y asistencia en el desarrollo del
proyecto. A la
Congregación Hermanas de La Paz, por la asistencia
prestada. Asimismo, fueron invalorables los intercambios de ideas
con Fabiana Roldán, Eduardo Pautassi, Sebastián
Pastor, Shilo Hocsman, Patricia Escola, Teresa Civalero y Nora
Franco.

Notas.

1-                
Por componente hacemos referencia al contenido material de un
sitio en una posición estratigráfica
dada.

2-                
Se considera locales a aquellas materias primas cuyas fuentes
más próximas al sitio se encuentran dentro de un
radio de 10
km. 

3-                
La datación fue realizada gracias a la gentileza de
Timothy Jull (NSF Arizona AMS Facility) y la Nacional Science
Foundation (Grant EAR01-15488).

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Diego Rivero

Cátedra de Prehistoria y
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ISSN 1851-0027

Año 2007. Número 1: 32- 51.

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